miércoles, 30 de enero de 2008



Voraz

Escuché el relato del cuero en el lago por primera vez cuando era chica. En ese momento me imaginé algo marrón, como una enorme suela de zapato pero no me dio miedo. Al tiempo, volví a escuchar la historia y prestándole mayor atención me pareció imposible que un cuero de vaca o potro flotando en el lago pudiera significar una amenaza. Solo su gran tamaño podría compensar su plana apariencia y tornarlo peligroso. Pero seguía pareciéndome inofensivo.

Cuando tenía edad suficiente para incorporar el relato completo, comprendí lo que contaban: que este cuero es una especie de animal camuflado que se mueve casi imperceptiblemente sobre la superficie del agua en esos días silenciosos donde el viento se ausenta del paisaje y el verano invita a refrescarse. Es ahí es cuando esta lona peluda se predispone a envolver a la curiosa victima con sus garras ocultas y con su boca como una gran ventosa, succiona los fluidos de la presa, dejándola seca y muerta en el fondo del lago.

Desde tiempos remotos y en tiempos más próximos esto es lo que atemorizaba y quizás aún sigue aterrorizando a los lugareños de los Andes, donde la naturaleza es tan cotidiana que alienta a ver más allá de la apariencia.

Viviana Blanco, Buenos Aires 2008


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